PLAYLOVA: DONDE LAS CALLES NO TIENEN NOMBRE


Con esa mirada ácida y humorística que caracteriza toda su obra, Miguel Ángel Martín vuelve a poner el dedo en la llaga del lector, allí donde más duele, para abordar las relaciones de pareja.

El peor día de la vida de la joven y guapa Ari estuvo a punto de convertirse en el mejor cuando, después de ser abandonada por su novio y perder su empleo, encontró a Dani, el hombre ideal.

Pero como dice en el prólogo Hernán Migoya, «la infidelidad masculina es una maldición». En ese mundo frío y aséptico por el que se mueven los personajes de Martín, la trama de esta historieta se va construyendo como un mecano, mediante elipsis y símbolos que proponen al lector numerosas lecturas. Con estructura influida por el cine, se repasan muchos de los tabúes sociales, siempre inmersos en un ambiente futurista, aunque se trate de un futuro cercano que va a llegar en cinco minutos.

De fondo suena una banda sonora de canciones de la cultura pop y electrónica y lo que parece una trama pseudoromántica acaba por convertirse en un thriller psicológico en el que sólo el sentido del humor alivia la amargura y frustración.

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